El Estatuto Agrario de 1963 estipulaba la distribución de la tierra entre los labriegos con un techo de cinco mil hectáreas y, aunque nunca fue respetado por la dictadura del General Alfredo Strossner, que regaló millones entre sus allegados, era mejor que el actual, adoptado en el 2002, que no fija ningún límite de posesión, porque si lo fijaba, daba lugar a una revisión que forzaba restitución de inmensas propiedades.
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