El círculo es perfecto para la banca privada: reciben los depósitos de varias instituciones públicas por las que pagan un bajísimo interés, compran con estos y otros recursos las letras del BCP, y finalmente cobran altísimos intereses que la banca estatal les debe pagar. Es decir, les damos nuestro dinero para que nos lo presten, y le pagamos intereses por ello. Y a la par, encarecemos los créditos, frenamos la producción, el empleo y el consumo. Este es el resultado de la fe ciega del BCP en el monetarismo neoliberal.
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