Conscientes de que fueron justamente sus gobiernos (mediante exilios forzosos, persecuciones políticas o problemas económicos), los que históricamente habían expulsado más compatriotas, no les quedaba más que temer al voto en el exterior e impedir el derecho humano al voto a los paraguayos que ya habían sufrido la pena de tener que abandonar el país (o la región) para proteger sus vidas y/o las de sus familias, o simplemente para encontrar fuera lo que dentro no podían.
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