viernes, 19 de septiembre de 2008

Y ahora, rehagamos Paraguay. Entrevista Fernando Lugo

04/05/08

Darío Pignotti entrevisto Fernando Lugo para el cotidiano italiano Il Manifesto tras su victoria electoral en las elecciones paraguayas del pasado 20 de abril.

Presidente Lugo, su victoria en las elecciones del pasado 20 de abril, ¿es el inicio de la transición democrática en Paraguay o solo el fin del régimen colorado y lanzamiento de un lento proceso de reinstitucionalización?

Mas que el inicio de la transición democrática, creo que es el “principio del fin” de este proceso ya largo, que dura veinte años. Representará, pues, también el fin de las seis décadas de hegemonía colorada. Estaremos en condiciones de escribir la palabra “fin” a 60 años de vacío institucional y de empezar a poner por obra un lento, pero firme, proceso de institucionalización de nuestro país. No hablo de reinstitucionalización, porque en Paraguay siempre se ha lamentado la ausencia del estado y de las instituciones, y nosotros creemos que ahora tenemos la necesidad de construir el estado paraguayo, que durante más de medio siglo ha sido usado para las malversaciones de la administración pública y el enriquecimiento ilícito del grupo colorado de turno.

¿Cuál será su prioridad: combatir la corrupción o la pobreza? ¿Teme la etiqueta de “populista” que tanto prodiga la derecha a todos los gobiernos populares?

Lucharemos contra la corrupción y la pobreza al mismo tiempo. Yo diría incluso que el combate contra la corrupción y contra la pobreza están íntimamente ligados, porque la lucha contra la corrupción constituirá una fuente incalculable de recursos financieros que habrán de servir, junto a otros, para financiar los ambiciosos proyectos de desarrollo y crecimiento que tenemos en mente. En lo que hace al “populismo”, no me asustan las etiquetas que nos puedan colgar, ni positivas, ni negativas. En los últimos meses, nuestros detractores me las han dicho de todos los colores, a fin de descalificarme ante la ciudadanía. Pero la gente ha madurado y ya sabe distinguir entre esos términos, que “populista” es quien hace falsas promesas, mendaces, irrealizables y demagógicas, mientras que “popular”, que es lo que será nuestro gobierno, es quien trabaja honrada y empeñadamente en la solución de los enormes problemas de que está aquejado el Paraguay. Por lo demás, creo que la tendencia a etiquetar los gobiernos populares como “populistas” o “izquierdistas” va ya perdiendo audiencia en América Latina.

Su coalición incluye a fuerzas de centroderecha, como los liberal-radicales: ¿cree que podrá garantizar la gobernabilidad con una alianza tan heterogénea?

En la Alianza Patriótica para el Cambio coexisten fuerzas y organizaciones políticas y sociales muy diversas. Yo estoy convencido de que en esta “unidad en la diversidad” radican la riqueza y la fuerza de nuestro proyecto político. Es un hecho inédito en nuestra historia, y sinceramente creo que este proyecto está llamado a sacar adelante al Nuevo Paraguay con que soñamos desde hace tantos años. Por si esto no bastara, contamos con un Programa básico de gobierno y con un Pacto de gobernabilidad suscritos por todas las fuerzas de la Alianza.

Cuando usted no era más que un candidato, dijo que su vida podía estar en peligro. Ahora, tras una victoria tan grandes, ¿aumentó el riesgo?

La vida de cualquier persona que represente un cambio, en cualquier país del mundo, corre este tipo de riesgos. Ahora, tras una victoria tan neta, es lógico que algunos estén muy nerviosos, sobre todo la casta mafiosa que se ha ejercido por tantos años su padrinazgo sobre el país. Eso podría llevar a alguno de ellos a actuar por su cuenta. No temo tanto por mi vida, cuanto por la suerte de nuestro proyecto político. En todo, como es obvio, hemos tomado todas las precauciones oportunas.

Usted es ahora presidente de la República, pero sigue siendo un obispo, aun si suspendido a divinis. ¿Qué se siente usted más, político o religioso?

Es difícil de expresar lo que uno se siente. En mi caso, un político religioso o un religioso político. No es fácil olvidar 30 años de formación y de vida. Y aun cuando la vida política sea muy intensa y vertiginosa, no ha conseguido cancelar la otra vida. Sigo creyendo que tengo “una misión”, que ésta es servir a mis semejantes y que el mejor modo de cumplirla es hoy una acción política sana, amplia, incluyente y constructiva.

Usted nunca ha disimulado su adhesión a la teología de la Liberación, bestia negra del Vaticano. ¿Cree que ha llegado la hora de que la Iglesia Católica latinoamericana recupere el papel que tuvo en las luchas sociales?

Soplan vientos nuevos por todo el continente nuestro. Esos es innegable y sobre todo imparable. No creo que se pueda desandar el camino que se ha abierto en nuestros países. Lo que ocurre en América Latina no es una “casualidad”, sino una “causalidad”. Las penosas condiciones económico-sociales en que se debaten nuestros pueblos son la causa de esta tendencia a los cambios estructurales profundos que se están sucediendo al ritmo y en la intensidad propios de la realidad de cada país. La iglesia latinoamericana no puede seguir dando la espalda a este proceso, y yo espero que también ella se una activamente a la consolidación del mismo.

El Tratado de Itaipú, firmado en la época de las dictaduras paraguaya y brasileña, tiene toda la apariencia de un pacto de sumisión incondicional al Brasil. Usted en su campaña electoral, así como en el encuentro del 2 de abril con Lula en Brasilia, ha insistido mucho en la dignidad nacional y en la necesidad de cambiar las reglas del juego respecto de Itaipú. Los industriales de Sao Paulo, y a decir verdad, también Lula, han dicho ya que ni se habla del asunto. ¿Teme usted que el lobby paulista y los “brasiguayos” productores de soja boicoteen a su gobierno, como han tratado de hacer con Evo Morales en Bolivia?

Creo mucho en el diálogo, en política lo mismo que en las relaciones humanas. Por eso tengo la esperanza de llegar a acuerdos más justos y equitativos con el Brasil en el tema de Itaipú. Es verdad que he hablado de la dignidad nacional. Está fuera de duda que las conversaciones y las negociaciones con un gobierno paraguayo digno y patriota tienen que llevar necesariamente a un resultado distinto al de antes. Y la acción de un gobierno de nuevo tipo en Paraguay creará condiciones distintas para discutir temas que guardan relación con nuestro territorio, ya se trate de paraguayos o de “brasiguayos”.

¿Cree usted que la entrada de Venezuela en el MERCOSUR puede favorecer a los socios más débiles, Uruguay y Paraguay, críticos de la hegemonía de Brasil y Argentina?

Por vocación, soy un partidario de la integración. El viejo dicho de “divide y vencerás” ha funcionado a la perfección en América Latina para afirmar el dominio de los “poderes centrales”. Por eso cualquier incorporación nueva al bloque regional, incluso con una perspectiva todavía más amplia, siempre será bienvenida. Las asimetrías del Mercosur no están ligadas a la entrada de ningún país. Las tenemos que resolver nosotros mismos, dentro de esta familia en vías de formación, consolidándola, profundizando y ensanchando sus objetivos originales. También en este caso las conversaciones y las negociaciones serán mutuamente fructíferas y positivas cuando se desarrollen entre gobiernos dignos y patriotas fuertemente apoyados por sus respectivos pueblos.

Es probable que en 2009 el presidente Correa cierre la base estadounidense de Manta, en Ecuador. En Paraguay se ha hablado muchas veces de una presencia militar de EEUU en la base de Mariscal Estigarrabia, en el Chaco. Si se cierra Manta, los EEUU tendrían que buscar otro país de la región. Usted permitiría, bajo ciertas condiciones, la instalación de una base militar norteamericana en su país?
De ninguna de las maneras. Nosotros no creemos en la fuerza de las armas ni en la necesidad de establecer bases militares de control o de dominación en ningún lugar del mundo. Somos pacifistas convencidos, y no permitiremos que se use el territorio paraguayo con fines militares o bélicos. Nuestro Nuevo Paraguay será un país soberano e independiente no sólo de palabra.

Fernando Lugo es el nuevo presidente de la República del Paraguay.
Traducción para http://www.sinpermiso.info/: Leonor Març
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Il Manifesto, 26 abril 2008

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